Los blancos lograron un triunfo vital por 1-2 en Mendizorrza, un resultado que temporalmente alivia la tensa atmósfera alrededor de Xabi Alonso 🎉. Con un ambiente cargado de tensión y un rival que nunca se rindió, los madridistas sumaron tres puntos esenciales para alejar fantasmas, aunque la alegría estuvo mezclada con controversias y emociones fuertes durante los noventa minutos de juego.
El duelo fue una batalla constante, con ambas equipes mostrando intensidad y ambición hasta el último suspiro ⚔️. Los blanquiazules se adelantaron en el marcador, pero la respuesta merengue no se hizo esperar, convirtiendo el encuentro en un auténtico caldero de emoción para los presentes.
Los héroes merengue en el verde
Fue Vinicius Jr. quien se erigió como la figura indiscutible del partido, combinando magia y determinación en cada ataque 👟. El brasileño no solo fue clave al asistir magistralmente a Rodrygo Goes para el gol definitivo, sino que su participación individual dejó a la defensa alavesina constantemente en apuros. Cada arranque, cada corte y cada intento de regate parecía sacar lo mejor (y lo peor) de los defensores vascos.
A pesar de su brillante desempeño, el joven extremo vivió momentos de frustración, especialmente cuando un evidente penalti a su favor fue ignorado por el árbitro principal y el VAR 😡. La falta clarísima pudo cambiar el rumbo del juego, pero los encargados de la justicia deportiva optaron por no intervenir, una decisión que generó debates acalorados entre jugadores y técnicos en el banquillo.
El regalo que habló más que mil palabras
Mientras los aficionados locales no dudaron en dirigir sus críticas hacia Vinicius, lanzándole repetidamente el grito de “Balón de Playa” durante todo el encuentro, el carioca decidió responder de una manera que pocos esperaban. Tras ser sustituido en los últimos minutos, el atacante regaló su camiseta a un niño en la grada, un gesto que habló más que cualquier respuesta verbal.
Este acto de señorío y respeto fue un mensaje claro y contundente frente a las provocaciones recibidas, demostrando que incluso en el calor de la competencia, la humildad y la educación pueden prevalecer. Según testigos presenciales, el gesto del brasileño provocó una mezcla de aplausos y silbidos, pero dejó una huella imborrable en todos los presentes.




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